¿Puede un alimento cocinado en una nave industrial ser “casero”? La lógica más elemental dice que no, pero eso no impide a la industria ponerle esa etiqueta a muchos de sus productos, desde el caldo hasta las magdalenas. En el caso del tomate frito, ese reclamo ha creado incluso una subcategoría, y muchas marcas fabrican uno “normal” sin adjetivos y otro “de estilo casero”.
